Mi mentira favorita
Decir “te quiero” es hartísimo:
tiene uno que poner cara de bobo, sumado al tono adecuado para hacerlo un tanto
creíble. Como en las películas. Claro que en las películas no se oye mal: “I
love you”
No debí decirle te quiero. Ojalá la
tierra abriera un hueco y me tragara… No, eso no sería bueno: si yo desaparezco
hoy, mañana estaría pensando que me morí queriéndole y se pondría muy triste, y
todo… O quien sabe. Pero si me quisiera de verdad, si se pondría triste, como
cuando alguien pierde algo importante. Aunque nadie tiene porque querer a quien
no lo quiere a uno.
Ahora me llamará para decirme “te
quiero” y yo le sonreiré para mentirle lo mismo.
Como cambia todo ¿No? Un día
escribí en un cuaderno que tenía como diario: “11:25 p.m., me llamó a decirme
que también me quiere” y ahora… ahora solo busco no mentirle tanto, huyéndole.
Aunque no lo suficiente. Es que no sé si aún le quiera. Quizá estoy
acostumbrado a decirlo y es más uno de nuestros protocolos, no más… o quizá si
le quiero. No sé.
Pero si no le digo “te quiero” ¿Ahora
qué le digo? Y no creo estar exagerando, ¿o sí? Nadie lo sabe, ni yo. Me he
mentido tantas veces que no sé si esta sea una más. Eso tampoco lo sé. No sé
nada, al parecer… o bueno, a lo mejor solo sepa mentir, no más.
¿Y cómo se siente? Mal. Y a veces
ni se siente, por eso le engaño. No lo merece, porque creo que me quiere, de verdad.
Todo le parece bonito… hasta yo. ¿Ven? El amor hace con uno lo que sea, eso no
está bien. Quién sabe qué barrabasadas pensarán de nosotros. Nos han visto en
repetidas ocasiones juntos y no dudan en decirnos: “Qué bonitos se ven juntos”
¡Dios mío! Lo bonito no siempre se quiere. Mírenme a mí, sin saber si le
quiero, aun cuando todo en él es bonito.
Por lo pronto le diré “te quiero”
con la misma sonrisa de siempre. Esperaré para besarnos y esas cosas que
solemos hacer, hasta que se vaya de nuevo… ¿Cómo puede uno creerse eso? ¡Qué
idiota!
Creo que enamoré a quien no
debía. Me equivoqué conmigo.

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