Sírvanse uno y disfrútense el Víboral Rock.


Han pasado algunos días, ya lo sé; pero no podía quedarme sin contarles lo que me pasó ese fin de semana, en serio que no podía, ni debía. 

Yo pretendía que ese sábado iba a ser uno más, de esos que suelo iniciar labores a las 9 de la mañana y terminarlas un poco después del medio día; sin embargo, ese día no fue así, el trabajo aumentó, muchísimo.  No crean que está mal, amo mi trabajo y, sobre todo, el de ese día.


Llegué a la oficina puntual, como suelo hacerlo (o bueno, un poquitico tarde). Me senté en mi escritorio e inicié con los pendientes. Resulta que ese fin de semana estaba dedicado al festival Víboral Rock 2018, que se viene celebrando hace muchísimos años en El Carmen de Viboral. Entonces, como mi trabajo es de sucesos inesperados, me vi en la tarea de salir y entrevistar a ciertos artistas. Pero esperen, no a cualquier artista, el día inició con una conversación, que terminó en entrevista, con la agrupación Aterciopelados. Sí, los mismos, Andrea y Héctor se sentaron a mi lado para contarme un poquito de ellos, sus expectativas y lo que les había encantado de este bello municipio. Al final, mi trabajo para Teleantioquia y DM Medios Audiovisuales fue todo un éxito, y no lo digo porque la entrevista haya resultado perfecta, más bien porque aprendí, porque pude llenarme de orgullo al demostrar lo aprendido tiempo atrás y, claro está, porque sumé una más en las miles de experiencias que deseo alcanzar.

En la noche, del mismo día, tuve la oportunidad de ser el encargado de estar en el ‘backstage’ y, asimismo, entrevistar a las diferentes agrupaciones que se presentarían ese día. Conocí los sueños de Black Mulato, escuché las proyecciones que tiene  la agrupación Memoria Insuficiente Ska, me reí con los PetitFellas y, de nuevo, percibí la pasmosa energía de Aterciopelados.  Se me escapan otros conjuntos musicales, fueron muchos. Esa noche la jornada laboral acabó a eso de la 1 de la madrugada, con litrico de ron, hielo y limón.

El domingo trabajé de nuevo, esta vez en otro ambiente. Si bien el sábado era el turno del rock y otros géneros alternativos, para el domingo le tocaba al metal. ¡Marica yo jamás escucho metal! No conocía ninguno de esos nombres, personajes, nada es nada; sin embargo, a medida que transcurrieron las entrevistas me fui sintiendo bien, pleno y mucho más ‘open mind’. Sí, ese día abrí un poco más mi mente frente al metal. Yo solía tener prejuicios de  este género y, por ende, de quienes lo escuchan, tocan o cantan.

En las diferentes entrevistas conocí vocalistas, bajistas, bateristas y muchos músicos pertenecientes a agrupaciones como Masacre, Twilight Glimmer, Vitam Et Mortem, Sagros, entre otras. Cada uno de ellos me mostró su lado humano, su lado profesional más allá de la música. Por ejemplo, el vocalista de Twilight Glimmer es un maestro; yo, a decir verdad, lo miraba y lo imaginaba cogiendo la regla, dándole al escritorio como a una batería, moviendo su cabeza y cantando. ¡Joder! ¡Quiero un profe así! ¡Quiero un profesor metalero!

Y sí, muchos por el estilo de Leo (el profesor) lograron abrirme más la mente, cambiar conceptos y prejuicios que solía tener. Al final, del día laboral, me senté a conversar con el alcalde del municipio (quien me acompaña en la foto), la directora del instituto de cultura y, otros organizadores que hicieron posible este evento. Todos concluían que fue un rotundo éxito y, una vez más, se logró lo imaginado y esperado para cada versión del Víboral Rock. Posteriormente, fui y me terminé de gozar el festival como se debe, moviendo la cabeza y, por supuesto, con un vaso de ron con hielo en mi mano, que no podría faltar.

En definitiva aprendí que los prejuicios son fuertes y crean malas energías, pero son más fuertes los sueños y los corazones de las personas que tratan de ir contra estos prejuicios, demostrando que la realidad es otra, maravillosa y gratificante.

Sírvanse uno y disfrútense el Víboral Rock ¡Qué viva el rock! ¡Qué viva el metal! ¡Qué viva la diversidad musical y de cualquier índole!

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