¡Yo también jugué fútbol!
Como todo niño indeciso me inscribí en muchos deportes, desde natación, patinaje, ajedrez y hasta fútbol, que fue en el que más tiempo duré. Debo aceptar que no me iba nada bien, mi posición era defensa y, particularmente, me la pasaba jugando y haciendo dibujos en la arena. Claro, yo he tenido mis dotes artísticos, pero ¡Danilo ese no era el momento! ¡Tenías que defender! Sin embargo, daba mis “guayazos” a todo el que pretendiera meter el balón en el arco. Resulta que en el equipo había otro niño sin mucho talento o, como le decían en ese entonces, “marranito”. Me aliviaba saber que éramos dos y que yo no era el único que nunca metía un gol y, a veces, ni tocaba el balón; no obstante, un tiro de esquina cambió todo: La pelota le rebotó por accidente en la rodilla de mi compañero e hizo el gol ¿Cómo esto es posible? ¿Suerte de principiante? No lo sé, pero así sucedió. Salí del partido muy aburrido, cogí la bicicleta de mi papá y me les adelanté (ellos siempre iban a...