Morir y reinventarse.



Hay que renunciar a los trabajos y a las relaciones de pareja que no nos hacen felices. No hay que tratar de sostener un estatus que no podemos soportar. No debemos tener miedo a la pobreza o a la necesidad, muchos de nuestros padres y abuelos pasaron guerras y fueron personas muy dignas. Eso no es vergonzoso.  Lo que en realidad sí es vergonzoso es tener mucho dinero y ser un estúpido. Lo fundamental no es el dinero ni el estatus, lo fundamental es preguntarse cuál es el sentido profundo de tu existencia. Puede ser el deporte, la creación, la música, el trabajo social.

Algún día vamos a salir de un consultorio con la noticia de que nos quedan 3 meses de vida, por ejemplo, ¿y de qué nos agarramos? ¿de la fama y el prestigio? ¿del dinero y las propiedades? ¿De que te sirve tu ego ahí? ¡Absolutamente de nada!, todo se pone en su justo lugar y se queda el profundo sentido de la vida.

Sí, el sentido de la vida, aunque  la gastemos de tanto usarla, aunque haya momentos donde uno siente que está agotado y que ya no puede más.

Entonces, uno se repite de mala manera los afectos: ama parecido, elige parejas similares, comete los mismos errores. Parece dando vueltas y vueltas en un laberinto interminable, hasta que hay un instante en el que uno para y dice ¡NO PUEDO MÁS!, no puedo seguir con esto. De alguna manera se siente uno fingiendo. Siendo que ese que ha sido durante tanto tiempo ya no es, aunque haya gente que se dedique a defender ese muerto y cargarlo de por vida, con miedo, sin dejarse morir.

Dejen esa persona atrás y reinvéntense con otros deseos y otras formas de amar. A lo largo de la vida hay que aprender a morir muchas veces, sin repetirse.



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