Lucha constante entre la vanidad y la realidad: La mujer que buscó en el espejo
Él, ahora ella, busca en un
espejo la belleza que desea. Se mira y contempla mientras visiona muchos
cambios para su vida, en especial para su cuerpo.
Acudí a la casa de juventud
del municipio, sabía que allí encontraría alguna forma de comunicarme con él, al
menos una dirección, un numero o información que me pudiese servir. Camilo,
director de la oficina de juventud, en una hoja me escribió el nombre de Sergio
López y continúo a este, su número. Le llamé para concretar una cita, acordamos
hora y lugar, fue sencillo.
Cuando llegué, de entrada,
me encontré con un spa en la dirección que
me había brindado Sergio. Me recibió un señor, se me presentó como Oscar, pero
no era a él a quien yo buscaba. Seguí hasta el fondo de aquel lugar, me
encontré con Sergio, le saludé y antes que pudiese decir algo más, este joven,
con tono rígido, me pide que le llame Camila, pues ya había dejado a Sergio en
un pasado y ahora era ella, una mujer o, al menos así se sentía.
Me invitó a sentarme en
una silla mientras “ella” se cambiaba de ropa y maquillaba un poco, creía que
le iba a tomar alguna foto, hacer una entrevista audiovisual o algo por el
estilo; sin embargo, no dije nada, permití que se engalanara y le esperé.
Al cabo de unos minutos
se me sentó al lado, me sonrió y me expresó que se sentía preparada para
iniciar la entrevista. Empecé por preguntarle lo que hasta el momento me había
sorprendido más, su cambio de nombre. Camila, con cierta simpatía, me expresó
que para ella es normal, pues es ahora una mujer.
Mientras me contaba que
legalmente su nombre fue cambiado y la dura labor de escoger uno bonito entre
muchas opciones, me asombré ver su pecho, ¡tenía senos!
No eran cualquier
senos, manifestaban ser los que una mujer vanidosa siempre ambicionaría tener
y, que inicialmente él, ahora ella, no tenía; no obstante, los tiene al
presente y, no me alcanzo a imaginar el dolor y flexibilidad de su piel para
lograr encajar semejantes siliconas ahí.
Camila, me contó que
ahorró para la cirugía más de cuatro años, todo con el trabajo del spa donde
actualmente trabaja y, unos ahorros que tenía del ejército. Yo le cuestioné eso
del ejército, ¿acaso tenía familia allá? o, ¿había sucedió algo con esto? ¡Vaya
sorpresa! Esta joven, había pagado servicio militar por elección propia,
escogió al salir del colegio vivir esta experiencia un tanto difícil de
asimilar.
Seguimos conversando, y
le quise preguntar por su familia, qué tan duro o fácil se hacía para ella
aceptar y verificar el tema de su sexualidad, su cambio físico y lo que ahora
vive. Se rio, y con naturalidad me dijo que era sencillo. Su madre siempre lo
había sabido y no tenía problema, su padre apenas lo sabe hace dos años y nunca
toca el tema y su hermano es relajado con eso, así que afrontarlo no se hizo
complicado.
Estaba a punto de
preguntarle algo más, pero antes, Camila se me adelanta y me dice que lo más complicado
ha sido vivir en un pueblo costumbrista y de mentes cerradas. Para ella era
complejo salir a la calle y recibir burlas, miradas irritantes y piropos, que
entre muchos, unos eran para molestarle y fastidiarle. En ese momento ella se
paró y se miró al espejo, me preguntó que si la veía fea o como un monstruo,
pues no entendía el rechazo social, a tal punto que muchas personas se cambian
de acera al divisarla. Le dije que no, y le alenté para que comprendiera que no
estaba mal ser lo que es, simplemente debía comprender el contexto donde se
desenvuelve.
Volvió a tomar asiento,
junto a mí. Le indagué por sus proyectos de vida, lo que espera conseguir a
corto o largo plazo. Camila suspiró,
inclinó la cabeza y con voz desmoralizada me hizo saber que estaba ahorrando,
quería otra cirugía. Esta vez, deseaba hacerse la liposucción, porque se sentía
gorda, aún tras dietas rigurosas y asistir a un gimnasio todos los días en las noches.
Esta joven me cuenta su incesante lucha por lograr un cuerpo femenino, pues
quiere lucir como toda una mujer; sin embargo, su naturalidad es ser un hombre
y, no puede detener de un todo el nacimiento de vello en ciertas partes del
cuerpo, su figura gruesa y rostro ancho.
Ella se lamenta haber
estado en el ejército, por lo que me había contado antes y porque ahora tiene
algunos músculos que le hacen ver un tanto masculino. ¡Qué particular¡ Unos
deseamos tener un abdomen marcado, pectorales y buenos brazos y, otras personas
en cambio, luchan para borrar estas marcas y volver su figura un ejemplo de
delicadeza y delgadez femenina.
Estábamos sentados,
cuando Camila miró el reloj y de un
impulso me dijo que se debía organizar, pues tenía una fiesta esa noche. Le
dije que si podía quedarme observando un poco ese proceso de “transformación”,
a lo que ella con picardía y en tono de broma me responde que sí, pero que
tuviera claro que no había mucho por ver, pues el maquillaje era igual al de
una mujer, las extensiones que normalmente se pone también y, su vestir era
algo más privado, a lo que no me dejaría acceder.
Mientras retocaba su
labial, le quise tomar unas fotos, para que ella las tuviese en sus redes
sociales, o al menos de recuerdo. Me surgió una duda en cuanto a su vestir,
quería saber si ella solía vestirse siempre como mujer o de vez en cuando lo
hacía como hombre. Específicamente me responde que siempre viste de mujer,
porque ella ahora es una mujer y se siente como tal. Abrí un poco mis ojos y
tímidamente le pregunté por sus partes íntimas. Camila sin dudarlo, y con
confianza, me dice que ella no se piensa quitar su pene por nada del mundo,
primero por miedo, y segundo, porque piensa que a los hombres les gusta eso,
sentir el cuerpo de una mujer con un pene, o como ella le llamó graciosamente:
con sorpresita.
Me despedí de ella y le
dejé para que se organizara. Ella con una sonrisa y un abrazo me dice “gordito”
y, me desea éxitos en mi trabajo, mi vida y mis cosas. Salí de este lugar
totalmente admirado por esta persona, pues para admitir ser homosexual, vivir
como transgénero en un pueblo, y no tener miedo de hacerlo, se necesita de
güevas, como diría mi madre. Es evidente que ser homosexual no es fácil, la
comunidad LGBTI es rechazada y Sergio
López, ahora Camila López, es fuerte ejemplo de que se debe vivir
enfrentando miedos, obstáculos y desdichas, que sin duda alguna hacen de cada
persona un ser lleno de fuerza y expectativas, tal como esta joven.
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